viernes, 22 de octubre de 2010

El Papa a los Seminaristas: ¿Tiene Sentido Ser Sacerdote?


El sacerdocio no es “algo del pasado”

Los hombres “siempre tendrán necesidad de Dios” y por tanto “de sacerdotes”, por lo que el sacerdocio católico no es “algo del pasado sino del futuro”. Así escribe el Papa Benedicto XVI a los seminaristas de todo el mundo, tras la clausura del Año Sacerdotal.

La Carta, hecha pública por la Santa Sede hoy, día de san Lucas evangelista, contiene un mensaje del Papa a los futuros sacerdotes, para que se tomen en serio su propia formación y su propia identidad, y ante todo, para animarles en las dificultades actuales. 

Hoy, afirma el Papa, hay mucha gente “que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una 'profesión' con futuro, sino que pertenece más bien al pasado”.

Esta situación no es nueva, confiesa, pues él mismo tuvo que pasar por ella, en la Alemania agonizante de la segunda guerra mundial.

“En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas”.

Sin embargo, prosigue el Papa, él “sabía que esta 'nueva Alemania' estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al país, habría más que nunca necesidad de sacerdotes”.

Aunque las circunstancias ahora son distintas, el Pontífice pide a los seminaristas que tengan esa misma convicción, pues el hombre “también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal”.

“También ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una 'profesión' con futuro, sino que pertenece más bien al pasado”, pero a pesar de ello “habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones”.

“Habéis hecho bien”, afirma el Papa.

En los tiempos actuales, “donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud”.

Sin embargo, añade el Papa, “Dios está vivo. Nos ha creado y, por tanto, nos conoce a todos. Es tan grande que tiene tiempo para nuestras pequeñas cosas: "Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados". Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás”.

“Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre”, prosigue Benedicto XVI.

El Pontífice asegura a los seminaristas que “piensa mucho” en ellos, “especialmente en estos tiempos difíciles”.

El motivo de esta carta, añade, es “poner de relieve -mirando también hacia atrás, a mis días en el seminario- algunos elementos importantes para estos años en los que os encontráis en camino”.

Hombres de Dios”

El Papa subraya la importancia de la vida sacramental, de la integración en la Iglesia, del estudio de la teología y del derecho canónico, de la madurez y la comprensión y vivencia serena del celibato.

Uno de los aspectos más importantes de este periodo de formación es su carácter comunitario, afirma el Papa: “El seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal. Con esto, ya he dicho algo muy importante: no se llega a ser sacerdote solo. Hace falta la "comunidad de discípulos", el grupo de los que quieren servir a la Iglesia de todos”.

Quien quiera ser sacerdote “debe ser sobre todo un 'hombre de Dios'", afirma el Papa. “Dios no es una hipótesis lejana, no es un desconocido que se ha retirado después del "big bang". Dios se ha manifestado en Jesucristo. En el rostro de Jesucristo vemos el rostro de Dios”.

“Por eso, lo más importante en el camino hacia el sacerdocio, y durante toda la vida sacerdotal, es la relación personal con Dios en Jesucristo”.

El sacerdote “no es el administrador de una asociación, que intenta mantenerla e incrementar el número de sus miembros. Es el mensajero de Dios entre los hombres. Quiere llevarlos a Dios, y que así crezca la comunión entre ellos”, añade.

Recetas del Papa para una buena preparación al sacerdocio
Madurez, estudio, intimidad con Dios y pertenencia eclesial

El sacerdote católico “existe para llevar a Dios a los hombres”, y ante todo debe ser “un hombre de Dios”. Así exhorta el Papa Benedicto XVI a los seminaristas, en su Carta hecha pública hoy, con motivo de la Clausura del Año Sacerdotal, a los aspirantes al sacerdocio de todo el mundo.

En este mensaje, en el que recuerda sus propios años de seminario, el Papa exhorta a los seminaristas a “aprovechar bien” su tiempo de formación, mediante el estudio de la teología y el crecimiento personal y espiritual.

Entre las “recetas” que el Papa da a los seminaristas, subraya la importancia de la vida sacramental, de la integración en la Iglesia, del estudio de la teología y del derecho canónico, de la madurez y la comprensión y vivencia serena del celibato.

Oración

Ante todo, afirma, un seminarista debe “aprender a vivir en contacto permanente con Dios”, debe saber "Orad en todo momento".

No se trata de “recitar continuamente oraciones”, sino de “no perder nunca el trato interior con Dios”, que es el sentido de la oración.

“Por esto es importante que el día se inicie y concluya con la oración. Que escuchemos a Dios en la lectura de la Escritura. Que le contemos nuestros deseos y esperanzas, nuestras alegrías y sufrimientos, nuestros errores y nuestra gratitud por todo lo bueno y bello, y que de esta manera esté siempre ante nuestros ojos como punto de referencia en nuestra vida”.

Eucaristía y confesión

Pero Dios, afirma el Papa, “no es sólo una palabra. En los sacramentos, Él se nos da en persona, a través de realidades corporales”.

Por eso, afirma, es necesario que la Eucaristía sea “el centro de nuestra relación con Dios y de la configuración de nuestra vida. Celebrarla con participación interior y encontrar de esta manera a Cristo en persona, debe ser el centro de cada una de nuestras jornadas”.

Para celebrar bien la Eucaristía, añade el Papa, “es necesario también que aprendamos a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia en su expresión concreta. En la liturgia rezamos con los fieles de todos los tiempos: pasado, presente y futuro se suman a un único y gran coro de oración”.

“Por mi experiencia personal puedo afirmar que es entusiasmante aprender a entender poco a poco cómo todo esto ha ido creciendo, cuánta experiencia de fe hay en la estructura de la liturgia de la Misa, cuántas generaciones con su oración la han ido formando”.

Benedicto XVI subraya también la importancia de la confesión en el itinerario de un futuro sacerdote: “Me enseña a mirarme con los ojos de Dios, y me obliga a ser honesto conmigo mismo. Me lleva a la humildad”.

“Aunque tengamos que combatir continuamente los mismos errores, es importante luchar contra el ofuscamiento del alma y la indiferencia que se resigna ante el hecho de que somos así”.

Es importante, afirma, “mantenerse en camino, sin ser escrupulosos, teniendo conciencia agradecida de que Dios siempre está dispuesto al perdón. Pero también sin la indiferencia, que nos hace abandonar la lucha por la santidad y la superación”.

“Reconociendo mi miseria, llego también a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo”, subraya el Papa.

Amar la teología

El tiempo en el seminario es sobre todo, tiempo de estudio, recuerda el Papa. “Una de las tareas principales de los años de seminario es capacitaros para dar razones de la fe”.

“Os ruego encarecidamente: Estudiad con tesón. Aprovechad los años de estudio. No os arrepentiréis”, les exhorta.

El Papa reconoce que “a veces las materias de estudio parecen muy lejanas de la vida cristiana real y de la atención pastoral”, pero no hay que caer en el error de “aprender las cosas meramente prácticas, sino de conocer y comprender la estructura interna de la fe en su totalidad”.

Sólo así la fe “se convierte en una respuesta a las preguntas de los hombres, que aunque aparentemente cambian en cada generación, en el fondo son las mismas”.

Subraya también la importancia de “conocer a fondo la Sagrada Escritura en su totalidad, en su unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento”, así como “conocer a los Padres y los grandes Concilios”, y “las cuestiones esenciales de la teología moral y de la doctrina social de la Iglesia”.

También es importante “la teología ecuménica, conocer las diversas comunidades cristianas; es igualmente necesario una orientación fundamental sobre las grandes religiones y, sobre todo, la filosofía: la comprensión de la búsqueda y de las preguntas del hombre, a las que la fe quiere dar respuesta”.

Y finalmente, explica el Papa, es importante “valorar el derecho canónico por su necesidad intrínseca y por su aplicación práctica: una sociedad sin derecho sería una sociedad carente de derechos. El derecho es una condición del amor”.

Madurez

Otro de los aspectos a los que el Papa da gran importancia es a la madurez y al equilibrio personal, especialmente en cuanto a la vivencia del celibato, la integración de la sexualidad en la propia personalidad.

La sexualidad, afirma Benedicto XVI, “es un don del Creador, pero también una tarea que tiene que ver con el desarrollo del ser humano. Cuando no se integra en la persona, la sexualidad se convierte en algo banal y destructivo”.

Recordando los recientes escándalos de abusos a menores por parte de miembros del clero, el Papa afirma que estos hechos, “que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad”.

“Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura”, añade, recordando la importancia de ser “vigilantes y atentos, examinándonos cuidadosamente a nosotros mismos, delante de Dios, en el camino hacia el sacerdocio, para ver si es ésta su voluntad para mí”.

El sacerdote, “que deberá acompañar a otros en el camino de la vida y hasta el momento de la muerte, es importante que haya conseguido un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y que sea humanamente íntegro".

Sentido de Iglesia

El seminarista, que a menudo, en los últimos tiempos, procede de ámbitos distintos, y en ocasiones desde los nuevos movimientos y carismas, debe ser ante todo “hombre de Iglesia”, apunta el Papa, por encima de particularismos.

“Los movimientos son una cosa magnífica. Sabéis bien cuánto los aprecio y quiero como don del Espíritu Santo a la Iglesia. Sin embargo, se han de valorar según su apertura a la común realidad católica, a la vida de la única y común Iglesia de Cristo, que en su diversidad es, en definitiva, una sola”, afirma.

El seminario, recuerda el Papa, “es el periodo en el que uno aprende con los otros y de los otros. En la convivencia, quizás a veces difícil, debéis asimilar la generosidad y la tolerancia, no simplemente soportándoos mutuamente, sino enriqueciéndoos unos a otros”.

“Ser escuela de tolerancia, más aún, de aceptarse y comprenderse en la unidad del Cuerpo de Cristo, es otro elemento importante de los años de seminario”.

Espiritualidad

Benedicto XVI afirma también, por último, que no hay que despreciar la piedad popular, que aunque “puede derivar hacia lo irracional y quizás también quedarse en lo externo”, sin embargo, “excluirla es completamente erróneo”.

“A través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común. Por eso, la piedad popular es un gran patrimonio de la Iglesia. La fe se ha hecho carne y sangre”, explica el Papa.

Ciertamente, “la piedad popular tiene siempre que purificarse y apuntar al centro, pero merece todo nuestro aprecio”, concluye.

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